Henry J. Perez

Único y original

La lucha interior

Momentos vividos, experiencias asimiladas, características físicas propias, condiciones de vida; todo influye, nos hace quienes somos: únicos. Pero, muchas veces, eso que nos hace únicos también nos aísla, por lo que se vuelve difícil confiar a los demás nuestros pensamientos más profundos.

Ya sea por miedo a ser incomprendidos, por no encontrar las palabras correctas o porque sentimos que otros no han pasado por lo mismo que nosotros, el resultado es que nos sentimos solos mientras enfrentamos nuestras batallas internas.

Luchamos con todo lo que tenemos. Perdemos noches de sueño, pasamos días de tormenta, confusion en nuestros pensamientos. Son momentos difíciles donde nada parece salir bien, ningún camino es claro, no hay una salida, ni parece tener fin. Es en estos momentos cuando sentimos que lo perdemos todo y no ganamos nada

Pero no son luchas en vano. Esos momentos de dificultad. Esos momentos de crisis interna son momentos de cambio. No somos los mismos tras cada batalla. Por lo tanto, la lucha interior es ineludible, sí. Pero también es necesaria. Es confusa. Es dolorosa… pero lo vale. Nos guste o no, forman parte del proceso que nos llevó a ser la persona que somos hoy en día.

De tal modo, no sé si pueda llegar a afirmar que se puede simplemente “ganar” o “perder” en esta batalla porque no se trata de eso, sino de nosotros. El enemigo está dentro y el conflicto surge cuando no sabemos qué hacer ni qué camino tomar. Si lo piensas bien, es un mal necesario que nos enseña más de nosotros que otra cosa. Y es que, como yo lo veo, con algo de paciencia podemos hacer del enemigo nuestro mayor aliado.

Esta es, por lo tanto, una experiencia que todos compartimos, algunos la tienen más difícil que otros pero, sin duda, todos la compartimos. Así, aunque sintamos que no podemos compartirlo con nadie, podemos hallar consuelo en que no estamos solos en esto que sentimos. No te hace más débil que nadie ni tener un mal día es una derrota. Solamente significa que somos humanos, y en esa vulnerabilidad reside nuestra mayor fortaleza.