Henry J. Perez

Único y original

En defensa de lo incorrecto

Últimamente, he estado pensando sobre cómo los errores pueden conducirnos a soluciones inesperadas. Considero que hay sabiduría en la inmadurez, en la terquedad, la rebeldía y la ignorancia. Te ofrecen una perspectiva diferente a los problemas. A veces, las soluciones no son lo que esperamos, ¿no? ¿Quién sabe si la respuesta que buscamos se encuentra precisamente en una actitud infantil, por ejemplo, que solemos rechazar? ¿Qué hacemos en esos casos?

Con el tiempo, he entendido que no existe una solución universal para todos los problemas. Por esta razón, desconfío de los “autoproclamados expertos” que pretenden decirnos qué hacer, con la arrogante creencia de que solo su perspectiva es la correcta. Están mal. No se trata de seguir fórmulas preestablecidas que, supuestamente, funcionaron en el pasado. Me niego a permitir que otros me impongan su visión del mundo. Me da igual equivocarme, déjenme equivocarme, déjenme en paz.

Por eso, escribo esto en defensa de lo "incorrecto". Porque ya me harté de escuchar a la gente decirme que debo hacer con mi vida, sobre cuál es el mejor curso de acción, de la condescendencia disfrazada de buenas intenciones. Muchas veces, yendo en contra de todo lo establecido, encontraremos lo que todos nos decían que no existía. Ya basta de pragmatismos. Es hora de actuar bajo nuestros instintos, nuestros defectos y basados en malas ideas.

¿Quién puede venir a decir sobre lo qué es correcto y lo qué no? ¿Quién puede decirnos cual es el mejor curso de acción? ¿Quién puede afirmar que la virtud es siempre superior a la "vicio"? Claro, en muchos casos, la virtud será la mejor opción, pero ¿acaso es siempre así y en todas las circunstancias? Son percepciones, al fin y al cabo, y como tales está en nuestro derecho cuestionarlas, como también lo está cuestionar a aquellos “gurús” que nos quieren decir que hacer con nuestras vidas.

No estoy sugiriendo que debamos actuar en contra de nuestras creencias solo para ver qué sucede. Se puede hacer, pero no es el punto al que quiero llegar. Lo que quiero decir es que, si alguna vez te encuentras dudando sobre si está bien hacer eso que consideras incorrecto, mientras no lastimes a nadie, date permiso para hacerlo. Creo que ya basta de tanto aprecio a lo correcto, la virtud y la sabiduría; podemos permitirnos explorar más allá de esos límites. Incluso fallar si hace falta. Y, quizás, con algo de suerte y parafraseando el dicho, podamos encontrar las respuestas que necesitamos en los caminos que nos alejan de ellas.