
Henry J. Perez
Único y original
Querida Abigail...
Querida Abigail, te escribo porque hoy cometí un error. Hoy tuve que crecer. Hoy me di cuenta de que tengo muchas lecciones por delante. Hoy aprendí que hasta las cosas más insignificantes me afectan. Hoy me di cuenta de lo ingenuo que soy y la poca experiencia que tengo en el mundo.
Me da vergüenza admitirlo pero lo arruiné, Abigail, lo arruiné. Hoy iba a ser un gran día, mas no pude estar a la altura de la situación. Terminé huyendo. No es que pudiera hacer algo mejor de lo que hice… y ese es el problema.
Hoy lastimé a alguien. No es nada nuevo; sin embargo, esta vez la lastimé con mi debilidad. Siento que no fui lo suficientemente “hombre”… lo que sea que signifique aquello.
He dado por hecho tantas cosas. Pensaba que nada de eso importaba; ahora me doy cuenta de que siempre hay un precio a pagar. Y hoy pagué por todo aquello que hice o, mejor dicho, que no hice con mi vida.
Ya no voy a poner más excusas. Mi vida es un completo desastre y todo ha sido por mi culpa. Durante años eludí mis responsabilidades. Permití que los demás dictaran lo que tenía que hacer porque eso era lo más fácil y terminé siendo una sombra de lo que pude ser.
Supongo que es hora de crecer. No puedo seguir pretendiendo que mis acciones solo me afectan a mí. Ya no quiero que los demás sufran por mi debilidad.
Si pude contribuir a la miseria de mi existencia, es posible que también pueda contribuir a mejorarla. No sé por dónde empezar, la verdad. Lo único que sé es que quiero cambiar. Debo cambiar.
Pero no podré hacerlo si no dejo atrás todo lo que no necesito. Si quiero cambiar, debo estar dispuesto a hacer sacrificios, incluso si se trata de una parte de mi. Debo sacrificar todo aquello que ya no necesito, por mucho que no quiera hacerlo.
Renunciar a ciertas partes de mí podría liberarme o volverme loco. Es un riesgo, sin embargo, quizás el mayor riesgo de todos sea no hacerlo. Si no soy capaz de hacerlo, seré consumido por aquello que me trajo hasta este punto, hasta lo que sucedió hoy.
Abigail, te prometo que haré lo mejor que pueda para cambiar. Voy a asegurarme de que ni tú ni nadie más que conozca vuelva a sufrir las consecuencias de mi cobardía y miedos. Debo ser fuerte para proteger lo que debe ser protegido. Definiré mi propio destino. No permitiré que otros dicten mis decisiones. Asumiré la responsabilidad de mis acciones y las consecuencias que estas conlleven.
Y, Abigail, si no ha quedado claro lo voy a volver a repetir: voy a vivir intensamente, seré fiel y honesto a quien soy; actuaré para proteger aquello que considero importante, no para evitar salir lastimado. No te voy a decir que no voy a tener miedos, eso sería mentira, pero sí te puedo decir que no voy a permitir que mis miedos me venzan. Quiero ser fuerte, debo ser fuerte y juro que voy a ser fuerte.
Gracias por estar en estos momentos, Abigail, y gracias por creer siempre en mí. Realmente lo aprecio. Adiós y cuídate. Cuídate mucho.